La estatua de vida de un perro de Charlie Chaplin reúne toda la brillantez expresiva de la que Chaplin era capaz incluso con las cosas más simples, y el dúo con el cachorro callejero es un verdadero triunfo de la belleza. Hemos creado el aire “callejero” propio de sus películas, y al mismo tiempo el dulce atractivo de dos compañeros de desventuras, destinados a volverse inseparables. El añadido de la farola que en realidad se enciende hace de esta creación una verdadera obra de arte, con una riqueza de personalidad y sueños, hasta un punto que solo es posible con el gran cine. Hoy basta con “encender” el genio cinematográfico de Charlie Chaplin y sumergirse en el mundo mágico que nos trajo un gran artista, en una dimensión que solo él fue capaz de alcanzar.
Atención: Pilas no incluidas.
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